viernes, 13 de noviembre de 2015

Hay que volver a la base.






En estos días me di cuenta que cumplí dos años desde que viajé a Sevilla a cursar mis estudios de postgrado, pero más importante, ya fue hace un año que volví a Santo Domingo.

Durante mi estadía en la ciudad andaluza tuve la dicha de ser una persona muy alegre, que muy alegremente descubría día tras día lugares nuevos, aprendía datos históricos de la ciudad, me enamoraba de su gente y engordaba (no tanto) por su rica gastronomía. Para hacer el cuento más corto: Yo estaba muy feliz ahí. Se me llenaban los ojos con la belleza de la ciudad con cada paso que daba y nunca había estado tan a gusto de terminar el día con dolor en las piernas.

Así que como podrán imaginarse al llegar la hora de volvé casi un año más tarde, a pesar de las ganas de ver a mi familia y amigos, no estaba convencido que era el momento ideal para hacerlo. Estaba seguro de que no quería quedarme para siempre en Sevilla, pero pensaba que alargar mi estadía aunque sea por unos meses y seguir viviendo la aventura era lo correcto. Sin embargo, algo me decía que ya era tiempo, y así como si nada seguí mi instinto y volví. 

Al hacerlo encontré una casa nueva, con muebles nuevos, patio nuevo y otras cosas que gracias a cualquier fuerza superior y/o divina siguen igual, como mi familia. 

Al contrario de muchos de mis compañeros becados tuve la suerte de reinsertarme en el mundo laboral más rápido de lo usual. A la semana de mi regreso ya estaba "tirando copys" en mi antiguo trabajo, ahora un poco cambiado. Y al hacerlo me di cuenta de algo: Una mente ocupada evita mejor dos cosas, el ocio y la nostalgia. Y las campañas publicitarias son muy buenas para eso. Sin embargo solo podía evitar la nostalgia de 9:00am a 6:00pm, ya que ella trabaja 24/7 y sabe como meterse en el inconsciente. Así que me encontraba muchas veces buscando las razones por las que había vuelto, ¿Por qué no me quedé más tiempo? ¿Por qué no seguí el "sueño dominicano" de hacer una vida en el extranjero y "triunfar"?  o simplemente ¿por qué no me quedé por quedarme?
No encontraba respuesta.

Y como era lógico, al no tenerla dentro de mí tuve que buscarla en otros lugares. Como en las clases de actuación para principiantes, inscribiéndome a aprender un nuevo idioma, acercándome a mi familia, entrando en concursos de creatividad que me recordaban porque me gusta tanto mi profesión, apuntándome en el gimnasio (Que pérdida de tiempo, señores algunas cosas simplemente no se forzan), yendo a incontables obras de teatro, caminando la zona, amando y odiando mi ciudad, el calor, viajando de nuevo al extranjero, escuchando música nueva, ganando la confianza de gente auténtica y talentosa, perdiéndome en libros página por página y acercándome a mi sueños poco a poco.

Durante un año hice todo eso para darle fondo a la frase que tiene forma del título de esta entrada. Antes de volver a Santo Domingo una amiga muy especial me la dijo, y aunque la entendí, no creo que hiciera tanto sentido para mí como lo hace ahora.

Hay que volver a la base para recargar, para cerrar etapas, para resumir, para resurgir, para encontrar paz, para alcanzar tu balance, para perdonarte los errores y reconocer tus decisiones. Una paloma mensajera puede enviar un mensaje a lugares muy lejanos, pero sólo puede volver con la respuesta desde donde fue enviada, es decir, desde casa. Así que mi mensaje para ti hoy es que si sientes que las cosas no están cuadrando, si tu intuición te dice que debes recargarte, descansar o transformarte, siempre puedes volver a tu base hasta que puedas encontrar el camino adecuado de nuevo.

Y esta base tiene la forma que tú quieras, puede ser un lugar, los brazos de una persona especial, un trabajo, un momento. Cuando sientas que debes volver y dejar todo, espero que lo hagas por las razones correctas, aunque como yo tengas que esperar un año para encontrarlas.



martes, 10 de marzo de 2015

La Teoría de las Emociones.


La teoría de los sentimientos


Esto es sólo una teoría.

Imagina por un momento que todas tus emociones tienen vida propia, su forma, como la conocemos, sigue siendo intangible. Sabes que están ahí flotando a nuestro alrededor. Nosotros los seres humanos sólo somos un simple receptáculo del cual ellas salen y entran a su voluntad. No somos lo suficientemente fuertes para domarlas, para guardarlas adentro y someterlas, lo que hacemos es contenerlas de manera temporal. Todo es temporal.

Como receptáculo mi trabajo es contenerlas por un tiempo, dejándolas entrar en mí para que ambos podamos sentir a través de mis acciones y reacciones, creando un flujo de continuo movimiento. Al final, el amor, el odio, la duda, el perdón, la alegría, son como fantasmas que no pueden sobrevivir en nuestro mundo sin dejar de poseer nuestros cuerpos repetidamente. Necesitan de nosotros, de nuestros instantes, de nuestra capacidad de ir más lejos para poder sentirse vivos, junto con nosotros. Creando un enlace.

Quizás es por esto que sentimos tantas cosas.

Imagina que algo más grande y magnífico puede pasar a través de ti para tratar de entenderse así mismo. Quiere alcanzar, estudiar y experimentar una vida, aunque sea por pequeños momentos. El problema es que nosotros los humanos somos tan pequeños y frágiles que no podemos contener las mismas emociones por mucho tiempo. Por eso entran todas las demás a la misma vez, turnándose cada uno, luchando a ver quien se sienta en el trono. Pasando por nosotros de una manera lenta, capaz de asentarse en nosotros por años y años, o de una manera tan fugaz e imperceptible que es imposible para nosotros si quiera analizarlos. 

Algunas emociones son egoístas y no quieren compartir el espacio, otras veces, nosotros lo somos y no queremos dejarlas ir.

Para mí, la idea de una estadía transitoria es una idea muy liberadora porque podemos hasta cierto punto dejar de controlar todo lo que sentimos y simplemente dejarnos llevar, aceptando cada emoción que entra como un huésped en nuestra morada. Le damos la bienvenida, le enseñamos nuestro espacio y  nuestros sueños. 

Puede que la tristeza, la soledad, el dolor y sus demás amigos no sean los invitados más agradables en su llegada, pero si los tratamos con la misma hospitalidad que los demás sentimientos, si intentamos escucharlos, entenderlos, quizás podamos apreciar su compañía. Sabiendo que ellos no residen dentro de nosotros y que muy pronto partirán hacia otro destino.  

Cada uno de nosotros a alojado en su vida la mayoría de las emociones. Así que sabes de lo que hablo.

Una vez conocí la soledad, andaba acompañada. La tristeza tiene un gran sentido del humor si encuentras los temas adecuados. Y la duda, por increíble que suene, es muy segura de si misma. Aunque ella no estaba segura que yo le creyera. Típico.

Nuestras emociones no están para quedarse, no dentro de nosotros. Pero nosotros tampoco estamos para quedarnos, nuestra vida es corta y ellos lo saben. Podemos intentar resistirlas, podemos intentar ignorarlas, pero ellas seguirán ahí. Y es algo mutuo, aquellos sentimientos nos necesitan tanto a nosotros como receptáculos como nosotros a ellos, para dejar de ser seres vacíos e incompletos. Nuestro trabajo es canalizar todo lo que son e intentar hacer algo con ello. De ahí sale la pasión, de ahí sale ese fuego para hacer las cosas que nos gustan. 

Cuando la emoción y el receptáculo se alinean en un mismo objetivo, no hay nada que lo pueda parar. Al mismo tiempo, si el receptáculo no está saludable, si no logra canalizar y abrir sus puertas a estas emociones, pues puede llegar a enfermarse y dar inicio al caos. Esto pasa más a menudo de lo que parece y nos pasa a todos. 

Honestamente no sé si esto es bueno o malo, pero mientras tanto intentaré ser un buen anfitrión para mis invitados.

Como dije antes, esto no es perfecto, es sólo teoría. 

La práctica es otra cosa.



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Continua con el artículo anterior: Un - No sé - también es una respuesta válida en esta vida.

lunes, 16 de febrero de 2015

Un - No sé - también es una respuesta válida en esta vida.



(Te lo digo por si no lo sabías).

Desde pequeños nos enseñan que en el examen es mejor llenar las preguntas que dejarlas vacías. Aparentemente es un grave error dejar las cosas en blanco, tienes que llenarlas rápido y con lo que sea para ver si uno "la pega". Si no lo haces eres un idiota por ni siquiera intentarlo. Y así crecemos, llenando los espacios en blanco de nuestra vida con cualquier disparate.

Tú no eres Google, no puedes sacar 20 mil resultados en menos de 0.5 segundos, tu base de datos no esta llena de vídeos How to de Youtube o de millones de artículos de Wikipedia. Y no, no hay una app móvil para eso que necesitas.

¿Cuál es la necesidad de ver tan adelante en esta vida? ¿Por qué hay que proyectar tan lejos? Los planes se hacen, los planes se deshacen y las cosas no salen siempre como queremos. Y para hacer las cosas peor, empiezas a mirar la vida de las personas a tu alrededor, la de tus amigos, familiares, todo el mundo parece tener su mundo en orden, excepto tú (o al menos eso piensas). Por eso recurres a ellos buscando respuestas, y todo el mundo cree que sabe, todo el mundo te dirá su opinión y hasta el frutero de la esquina tiene la solución a tu problema. 

Yo no tengo tus respuestas, sólo quiero decirte que esta bien decir no sé.

Tienes permiso de no saber que es lo que quieres, cual es el siguiente paso o que es lo mejor para ti ahora mismo. Hasta las piezas de ajedrez se toman su tiempo para moverse.

Imagínate que ahora mismo estas en un carro conduciendo en medio de una espesa neblina, sólo puedes ver hasta donde tus luces te lo permiten. No te esfuerces en adivinar que hay a tu alrededor, pronto las cosas se despejarán y tendrás tu gran paisaje. The bigger picture. 

La sala de espera no tiene porque ser tan mala, hay muchas cosas que puedes lograr mientras llega tu turno con la vida. 

Te lo debes porque has invertido demasiado tiempo sacando energía de donde no hay. Así que la próxima vez que te pregunten o te mires en el espejo, dítelo a ti mismo. Pásale esa incertidumbre al universo como si fuera una papa caliente que te quema la mano. Y trata de no preocuparte demasiado sobre lo que pasará después, porque de algún modo u otro siempre conseguimos las respuestas.

Pero no tienes que creer en mí, lo único que sé es que la papa esta caliente y no esta en mis manos.


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Continua con el artículo anterior: ¿Te espera una catástrofe emocional o existencial? Prepara una GoBag.






lunes, 2 de febrero de 2015

¿Te espera una catástrofe emocional o existencial? Prepara una GoBag.






Primero una pequeña descripción:

"Una GoBag (también llamada Bug-out Bag, 72 hour Kit o Goodbag) es una colección de artículos que podrías necesitar en caso de una evacuación u otro momento de peligro inminente en el cual tengas que salir rápidamente de tu hogar, llevando artículos esenciales para sobrevivir por un pequeño período de tiempo. Estos serán guardados en un bulto o mochila fácil de cargar"

Cuando escuché el termino - GoBag - por primera vez, me dió tanta curiosidad que decidí investigar sobre el tema. Al leer todo lo que pude, pensé en lo sensato que es estar preparado para lo peor, porque nunca sabes lo que puede pasar. Te ahorrarías tiempo preciado y podría salvar tu vida y la de tus seres queridos.

Las cosas que puedes agregar a tu GoBag varían dependiendo de donde te informes. 
Puedes usar tu imaginación, pero según pude encontrar estos artículos son las más comunes:

Copia de los documentos importantes.
Dinero en efectivo.
Kit de primeros auxilios.
Linterna.
Mapa de la ciudad.
Radio AM -FM
Fosforos o encendedor.
Medicación.
Comida enlatada.
Cuchillo para diferentes usos.
Etc, etc, etc.


Pero no es de esta Gobag de la que quiero hablar.

Es posible que en nuestra vida tengamos que preparar una GoBag muy diferente a la primera. Una que nos ayudará a sobrevivir otro tipo de catástrofes. 

Porque en la vida hay terremotos que se miden con escalas más allá que la escala de Richter. No mueven nuestras paredes ni destruyen edificios, sino que remenean nuestra realidad hasta destruir algo dentro de nosotros. También hay sunamis que son capaces de arrastrar todo tu ser, y huracanes que no se llevan volando tu casa o carro, sino tu completa felicidad. Y como dice mi buena amiga Violeta Lockhart "¿Adivinen que? también tienen nombre y apellido". Y a pesar de que nunca llegues a vivir un momento así, lo esencial es que tengas tu Gobag lista para que puedas vivir otro día para contarlo.

A diferencia de la primera, las cosas que pongas en la segunda GoBag te servirán a ti y sólo a ti. Su uso es personal e intransferible. La mía nunca se parecerá a la tuya, ni te será de la misma ayuda. La ONU no puede decirte que incluir para sobrevivir tú catástrofe emocional. Ni yo tampoco, pero aunque no soy un experto quizás puedo ayudarte al describirte lo que he estado incluyendo en la mía.

Esta es mi GoBag y lo que contiene es preciado para mí.

  • Amigos de Primeros Auxilios, esas personas que están ahí tan pronto te empieza a sangrar la herida. Son tu alcohol, desinfectante y aguja para coser. Son los que te devuelven el aliento cuando te estas ahogando y el oxigeno no te alcanza. Estos amigos siempre están disponibles, tienen un espacio especial en tu mochila y no pesan nada. Tengo la suerte de tener unos amigos de primeros auxilios que no fallan.
  • Un Mapa, parece lógico ¿no? este es un poco diferente. No te mostrará los caminos de la ciudad, no tiene los nombres de las calles, ni información de emergencia. Este mapa sirve únicamente para llevarte a un lugar seguro. Donde el agua no te toque, donde no sientas los temblores, donde el fuego no queme tu piel y los truenos dejen de escucharse. Este lugar es sagrado y puedes permanecer en él todo el tiempo que necesites hasta que pase lo peor y más intenso. Me inclino a pensar que en este mundo no hay otro mapa parecido al tuyo, pero si existe, que bueno que puedes compartirlo. Si hay algo que todos necesitamos es un refugio.
  • Linterna eléctrica, para esos momentos en los que no puedes ver nada más allá del problema. Las linternas no pueden hacer que la oscuridad desaparezca y su luz tiene un rango limitado, pero te ayudarán a iluminar el camino para que vayas dando pequeños pasos  hasta que encuentres lo que busques. Esto es un enfoque hacia la solución, una actitud, una visión, un consejo, tú fe.
  • Medicamentos, son aquellas cosas que hacemos para prevenir que la infección de la herida se propague. Los medicamentos tienen forma de personas, actividades o lo que sea que te ayude a combatir el dolor y apagar los síntomas de la infección. Una dosis bien administrada te salvará la vida. Recuerda que los medicamentos tienen fecha de vencimiento, y ninguno puede ser un sustituto a largo plazo de tu propio sistema inmunológico. Al final, la fuerza debe salir de ti.
  • Fósforos de felicidad, son esos momentos preciados que te mantienen feliz en medio de la tormenta. Aunque son efímeros, su calor te brinda esperanza, y a larga provocarán una llama dentro de ti que nunca se apagará. Si la alimentas bien, esta se mantendrá grande y fuerte. Hasta tendrás la fuerza de calentar a otros con ella.
  • Purificadora, para limpiar los malos momentos y aprender de ellos. Esta es una cualidad que te la dará el tiempo y la experiencia. El perdón a los demás, a ti mismo y al universo, es lo que ayudará a librarte del enojo y el rencor. Es la más difícil de conseguir y la más difícil de mantener. 

Por ahora esas son algunas de cosas que he estado incluyendo en mi GoBag. Con el tiempo iré llenando mi mochila de cosas que me ayudarán a superar lo que venga en el futuro.

También es importante que sepas que tú eres parte esencial para sobrevivir las catástrofes. La GoBag nunca será suficiente. Necesita de tu fe y voluntad para que funcione.

Si ya eres de los sobrevivientes, te felicito, porque tu GoBag tiene los elementos necesarios para ayudarte a vivir. Y si estas leyendo esto y aún no la tienes...¿Qué esperas?



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domingo, 18 de enero de 2015

El lugar a donde se fueron los caminos que nunca tomaste.



Existe, eso es lo primero que te puedo decir. Aunque no pueda enseñarte fotos con mi celular ni ubicártelo en Google Maps. No estoy seguro si lo he visto con mis propios ojos, pero al igual que el oxígeno, está ahí y lo puedo sentir expandiendo mis pulmones cada vez que respiro.

Siempre me he preguntado que pasa con esas posibilidades descartadas, tú sabes de lo que hablo, me refiero a esos caminos que nunca llegamos a recorrer porque decidimos que otros eran mejores para nosotros. Independientemente si creemos o no que hemos tomado la decisión "correcta".

Me lo he preguntado varias veces a lo largo de mi vida, no sólo como una manera de cuestionar las decisiones que me han traído a donde estoy, pero también porque de alguna forma creo que en algún lugar sí elegí ese otro camino descartado y todo funciona bien. Ni igual o mejor que como estoy ahora, simplemente existe.

Creo que desde el momento en que tomamos una decisión importante que puede cambiar nuestra vida, esa posibilidad descartada no muere allí. Pienso que se va a un lugar donde puede vivir y ese camino toma la decisión de estar con nosotros tanto como nosotros de ir a través de él.  Así que cuando elegimos otro, él decide irse a un lugar donde funcione, donde sí se de esa realidad que pudo haber existido aquí y ahora. Llámalo otra dimensión, mundo paralelo o lo que sea. Lo que sé es que tú estás en ese lugar (o al menos una parte de ti que se fue con él).

Me lo imagino como si tu alma se fragmentara en trozos y le otorgaras uno a esa realidad que nunca existirá. Un souvenir, un recuerdo, que nos funciona como un túnel hacia ese lugar.

Quizás es por eso que mientras la vida avanza siempre miramos atrás y nos preguntamos cómo esta esa posibilidad. No te sientas mal si lo piensas a menudo, si eres invadido constantemente por memorias y cuestionamientos. No podemos evitarlo, y es porque un trozo de nuestro ser, de nuestra alma fue dejada atrás para que eso pueda vivir a su manera. Y no está mal viajar hacia allá por momentos, porque siempre nos recordará porque elegimos los caminos que decidimos recorrer.

A veces queremos ir atrás a buscar una posibilidad entre todas esas dimensiones, se nos hace difícil encontrarla pero al final lo logramos. Para hacerlo sólo tienes que cerrar los ojos y buscar ese trozo de alma que dejaste atrás para que viviera para siempre en aquel lugar, donde nuestras otras realidades viven. Y que espero con todo mi corazón que sean felices también.

Siempre tendrás la capacidad de encontrar tu alma, no importa que tan lejos este, no importa cuantos cientos o miles de trozos hayas dejado atrás. Siempre te vas a encontrar.

Lo sé, porque ese lugar existe.  Aunque ningún mapa en este mundo me ayude a encontrarlo.


lunes, 3 de noviembre de 2014

Quedémonos despiertos.


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Quedémonos despiertos porque al final ¿Para qué dormir y perder el tiempo? ¿Para qué soñar? si podemos soñar despiertos. No hay que buscar a Morfeo, no necesito del hombre de arena ni de píldoras en mi cerebro.
 Las ovejitas se pueden quedar en el corral y como vea algunas las mando a volar.
 Si no podemos dormir pues lo mejor es quedarnos despiertos hasta el amanecer, con horas y horas de no hay tiempo que perder. Hay que inventar, hay que leer, miles de cosas podemos hacer.
 Y que buena es la noche cuando está serena, que silenciosa y tranquila me suena. ¿Será que acalla el día porque quiere que me ponga a pensar? ¿Será porque sabe que en el día las distracciones no me dejan avanzar? ¿O hace silencio para escuchar nuestros pensamientos? ¿Y si le contamos nuestros sueños mientras dormimos? ¿Y si se acerca a nosotros a puntadillas para escuchar lo que decimos?
 ¿Puede la noche guardar un secreto? Sería muy bueno contar mis deseos, con un blablablá y un esto y aquello, ¿por qué es tan difícil saber lo que quiero?
Quizás con tanto silencio a mi alrededor, con un susurro bastará para charlar, quizás, hasta con miradas ambos podremos conversar.

Volver a casa quizás no sea tanto como volver a casa.


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Me mudo.

Después de más de 20 años de vivir en lo que será muy pronto mi antigua casa, me estoy mudando hacia otro sitio. Tengo un problema con eso y que es que yo no estoy ahí para mudarme. Yo estoy fuera, muy fuera, del tipo estoy en otro continente fuera, probablemente lo más fuera que se puede estar para perderse las cosas (aparte de estar muerto claro). Pero eso no detiene el hecho de que me mudo.
 Y es este hecho lo que activó los engranajes de mi cabeza que me hacen preguntarme ¿qué pasará cuando vuelva a mi hogar? ¿Cuándo vuelva voy a volver a casa, verdad?
 No puedo evitar sentirme extraño al pensar en eso, no puedo evitar sentir nostalgia y melancolía, porque sé que cuando mis familiares me recojan en el aeropuerto y vayamos en el camino, no será el mismo camino, y el carro doblará a la izquierda y no la derecha.
 Hace un mes tuve una sensación similar y creo que fue la que dio origen a todo esto.
En diciembre tuve la oportunidad de viajar a Barcelona para pasar el año nuevo junto a algunos buenos amigos. Fue una gran experiencia que siempre recordaré. Pero cuando volvía en avión desde aquella ciudad hasta Sevilla (donde actualmente resido y estudio) no pude evitar sentir que regresaba de unas vacaciones y que era bueno volver a mi hogar, a la realidad.
 Pero no fue así. No en absoluto.
Porque el hogar que mi mente se refería era a mi casa en República Dominicana, junto a mi familia y amigos de toda la vida, no a mi residencia en Sevilla. Era como si llegará a un hogar sustituto. Nada como el original.
 Al darme cuenta de esto intenté imaginar cómo será cuando realmente me toque volver.
Me veo llegando a un lugar diferente al que recuerdo. Esta casa tendrá una arquitectura que no conozco, un espacio en el que ya no puedo caminar con la luz apagada o con los ojos cerrados. Esta casa tendrá su propia mezcla de aromas que desconozco, tendrá sonidos con los que ya no estoy familiarizado y una habitación que no conoce mis mañas, ni yo las de ella.
 Pero creo que es justo que llegue a una casa que no sea la misma, porque al final puede que yo tampoco sea el mismo al llegar.
 Al pensar en esto lo que me duele son las cosas que me voy a perder. Me duele que no pueda despedirme de mi antiguo hogar, que no pueda dar la vuelta para dar una última mirada a la habitación vacía que nos vio a mí y a mis hermanos crecer, que no pueda ver desde el vidrio trasero del carro como la casa se desvanece con el poder de la distancia.
 Es una sensación extraña no ser parte de los cambios importantes de tu propia vida. Supongo que así es que se siente no estar.
 Pero soy optimista.
 Creo que a pesar de todo me gustará mi nuevo hogar, no sólo porque mi querida familia estará allí y eso es lo que importa, sino que también es porque quizás, después de todos estos viajes que estoy haciendo, todas las cosas, personas y lugares nuevos que estoy conociendo, volver a casa, volver a esta nueva casa, se sentirá como que nunca volví. Quizás será como si aun estoy viajando y descubriendo cosas nuevas. Y ese sentido de volver a casa puede que nunca lo recupere.
 ¿Y sabes qué? eso no me da miedo, porque así sea en mi mente o físicamente, seguiré viajando y en el medio de este viaje aprenderé que el hogar no es un destino, sino que quizás hay que llevarlo consigo mismo no importa a donde vayas.

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